“Eso es para los que están locos, ¿para qué contarle mi problema a un desconocido si mi amigo me conoce mejor?” “Cambie su actitud y verá cómo se compone el asunto, eso no son penas, con buena actitud y ganas todo cambia”.

Seguro habrás escuchado esto alguna vez, sobre todo si ejerces la psicología o si en algún momento pensaste en asistir al psicólogo.

La actitud y la buena energía son muy importantes y de hecho son fundamentales para realizar un cambio, pero no con “echarle ánimo” bastará. Algunas cosas no se solucionarán saliendo a bailar, pensando en otra cosa o con solo la mera fuerza de voluntad.

Es común escuchar este tipo de comentarios, preguntas y prejuicios con respecto al psicólogo y la psicología en general, pero hay algo chistoso en ello.

Muchos de los que realizan estos comentarios son los mismos que agendan una cita para que se les realice una lectura de cartas, una limpieza de sus chakras o les lean el tarot. Se someten a cualquier tipo de ayuda, menos a la de un profesional preparado y formado para entender, comprehender y facilitar un espacio óptimo para abordar su demanda.

¿Estoy en contra de esto?

No me malinterpretes. No estoy en contra de los diferentes tipos de ayuda o posibles alternativas que mencioné anteriormente, quizás para algunos tenga algún efecto de carácter ascético.

Lo que quiero resaltar es el hecho de que se le otorgue a estas prácticas un poder casi mágico; una convicción casi absoluta en cuanto el medio para dar solución a cualquier tipo de dolor, sufrimiento, angustia, miedo o inquietud y que se deje como una última opción (si es que llega a ser una) la consulta a un psicólogo o profesional de la salud mental.

Soy consciente de que no todas las personas hacen click con un psicólogo, terapeuta, psicoanalista o psiquiatra; pero no siempre es por incapacidad del terapeuta, sino, por la posición del analizante, su deseo y disposición al cambio. Aunque en realidad, son más quienes sí sienten esa conexión con un psicólogo, terapeuta, psicoanalista, etc.

¿Por qué menciono lo anterior?

Por dos razones, la primera es una especie de crítica hacia lo que comúnmente la sociedad en especial América latina cree que es un psicólogo, la concepción que se tiene de la psicología, de la labor que realiza un terapeuta, un psicoanalista y un profesional del área de la salud mental.

La segunda es un poco más personal y es un llamado a la coherencia.

No podemos desprestigiar, hablar mal o decir que la psicología, psicoterapia, el psiquiatra o psicólogo  no sirve, que es para los locos, que “eso para que”.

Es un llamado al ser coherente, si no “crees” en la labor del psicólogo está bien y tendrás quizás razones para no hacerlo, pero no puedes decir que es para locos (juzgando y estigmatizando) y luego agendar una cita para que una persona te “lea” el futuro, el tabaco, las estrellas y cuanta cantidad de cosas susceptibles a ser “leídas”.

Ir al psicólogo es para locos.

Realmente sí.

Locos por que decidieron no seguir a merced de un dolor, de alguna angustia, de un deseo que los consume, de algún miedo. Locos porque no quieren seguir sufriendo ni repitiendo historias o el mismo patrón que aparece una y otra vez como una constante en sus vidas.

Para ir al psicólogo no se necesita estar loco ni cuerdo, se necesita querer estar bien, desear estar mejor, querer comprehender, transformar, deseo de SABER y tener presente que lo más seguro es que el proceso no será por lo general placentero.

 

Al psicólogo ¿van los locos?

 

Psicomente