¡Cinco minuticos más! ¡¿Te suena familiar esta frase antes de levantarte de la cama y comenzar el día? ¿Crees que esta mentalidades representa buenos hábitos del sueño?

Si eres de estos que duerme mucho y se siente cansado, se te dificulta conciliar el sueño, te despiertas constantemente en la noche, tiene pesadillas repetidamente o experimentas algún trastorno del sueño, este blog es para ti.

Esos minutos más de sueño no deberían representar un problema para las personas a no ser que estos sean una constante en el día a día, en la rutina, en tu vida. Querer dormir más siempre, pasar los días aperezado, sin energía, sin vitalidad o siempre estar esperando la hora del descanso para poder acostarnos y dormir, sí nos lleva a pensar que algo no está del todo bien.

 

Dormir mucho no quiere decir descansar y tampoco significa salud.

Pasamos gran parte de nuestras vidas durmiendo; por necesidad o por placer. Pero de la necesidad al placer hay un distanciamiento bastante amplio.

Muchas de las personas que presentan algún tipo de trastorno del sueño, constantes noches en vela, con insomnio o aquellos que, a pesar de dormir continúan sintiéndose cansados al día siguiente, presentan prácticas de higiene bastante pobres o tienen una inadecuada gestión emocional.

Es importante reconocer que muchas de las causas que interfieren con el buen dormir y el descansar no son psicológicas, hay alteraciones a niveles físicos que impiden que este proceso natural pueda llevarse a cabo de una manera normal, pero en este artículo nos centraremos en los aspecto psicológicos, emocionales y conductuales que tienen una incidencia a la hora de dormir.

Los estímulos y el sueño

Durante el día recibimos un incontable número de estímulos: físicos y psíquicos. Podríamos decir que el sueño puede ser alterado por casi cualquier eventualidad que suceda en el día a día, desde una discusión con la pareja, el jefe o un amigo hasta la preocupación por el dinero, por trabajos pendientes de la escuela o por un susto que experimentaste durante el día.

Pero, ¿qué tienen que ver los estímulos y el sueño? Mucho que ver. Todos estos estímulos afectarán de manera positiva o negativa el dormir. Dependerá entonces de cómo procesas la información y las emociones que tienes durante el día, la calidad del descanso en la noche.

El sueño no solamente es necesario a nivel físico sino también a nivel psíquico. En este periodo – cuando dormimos – ocurren cientos de procesos necesarios para el funcionamiento adecuado y tranquilo del ser humano. Desde la regeneración celular, la desintoxicación de diferentes órganos hasta la consolidación de la memoria y los recuerdos, ocurren durante el sueño.

Durante el sueño, el organismo comienza a desintoxicarse no solo de la ingesta de alimentos y nutrientes que recibió durante el día sino también de innumerables estímulos los cuales mencionamos anteriormente a los cuales fue sometido el cuerpo, la psiquis o, en otras palabras, la mente.

Las emociones y los buenos hábitos del sueño

Seguro a todos nos ha pasado que no podemos conciliar el sueño o pasamos la noche en vela por alguna noticia, alguna sensación incomoda o una serie de pensamientos que rondan en la cabeza acompañados de emociones.

Las emociones son unas respuestas psico-fisiológicas a un estímulo real o imaginario, y como respuesta implica una serie de procesos o acciones que realiza el organismo. Estos procesos y acciones son el resultado de un estímulo y muchas veces no son conscientes o no se logran realizar las “acciones” necesarias para procesar la emoción o “deshacerse” de ella.

Si estamos teniendo una noche de esas en las que es imposible dormir, es importante pensar y revisar cómo fue el día o la semana, incluso puedes buscar identificar cambios que quizá llevan pasando desde hace más tiempo.

Las emociones están ligadas a los pensamientos, los cuales vagan por la mente durante el día y la noche, y si bien en el día estos pueden no permitirte concentrar, alterar tu estado de ánimo o influir en las mismas emociones, es más fácil darle manejo cuando estás despierto que durante la noche cuando no logras descansar.

En la noche “deshacernos” de los pensamientos y emociones es más complejo, porque no tenemos tantas opciones para “distraernos”, los buenos hábitos del sueño sirven para desconectarnos del día a día y en efecto aprovechar la noche para descansar.

La higiene del sueño

Es importante resaltar que no solo son las emociones y pensamientos los cuales alteran en sueño sino también las practicas previas a las horas antes de acostarse a dormir. A estas prácticas las llamaremos higiene del sueño.

La higiene del sueño podríamos entenderla como: todas estas prácticas o acciones que se llevan a cabo antes de acostarse para facilitar y preparar el cuerpo y el espacio y poder dormir.

Suena complejo, pero es bastante simple. Piensa en tu rutina diaria antes de acostarte en la cama; ves una película en Netflix, comes antes de acostarte, haces ejercicio, lees, tomas alguna bebida energizante o con cafeína, meditas o practicas yoga. Todas estas prácticas o acciones tienen efecto en el sueño, para bien o para mal.

 

Entonces si tienes problemas a la hora de dormir piensa en estos tres elementos:

  1. Qué alteraciones a nivel físico impiden tener un buen sueño. (Identifícalas con exámenes médicos)
  2. Cómo gestionas y das manejo a tus emociones y pensamientos diariamente.
  3. Qué prácticas estas teniendo durante las horas próximas a acostarse a dormir.

Si realizas un análisis de estos tres elementos seguro identificarás en cuál de estos debes trabajar. Algunas actividades que favorecen el dormir bien incluyen:

  • Meditar o leer
  • Tomar una bebida caliente que no tenga cafeína
  • Apagar las luces (esto ayuda a que el cuerpo se prepare para descansar)
  • Hacer actividad física en la mañana
  • Escuchar música tranquila con un volumen moderado
  • Sentirte cómodo con el espacio, la ropa y la temperatura.

Hay otras actividades que no favorecen el dormir, así que intenta evitar:

  • Comer en grandes cantidades antes de acostarte
  • Consumir café, alcohol o bebidas energizantes
  • Realizar actividades físicas exigentes previo al descanso
  • Usar ropa incomoda o ajustada
  • Trabajar (puede aumentar la ansiedad o niveles de estrés)

 

A todas estas prácticas y actividades las llamamos higiene del sueño o buenos hábitos del sueño que en otras palabras es limpiar y preparar el espacio físico y mental para lograr dormir de una manera adecuada, reemplazando los malos hábitos que hacen que la noche sea una “pesadilla”.

Para finalizar, si presentas alguna alteración del sueño, recuerda que en Psicomente podemos ayudarte a identificar que practicas estas teniendo que no favorecen el dormir y te imposibilitan descansar y enseñarte a gestionar y dar manejo a tus emociones y pensamientos para que no solo se vea favorecido el dormir sino tu vida en general.